Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico. (Rayuela)

martes, 20 de julio de 2010

La gente me recuerda al Guernica.




No recuerdo cuando fue que el exceso de opinión me hizo opinar a mi también y entonces se fue todo al traste. Empezó a pesar en mi aquello de la lengua mordida. ¿Soy la única a la que la palabra desarraigo le suena a piel a tiras? Te sientes alienado y te hacen una fiesta sorpresa por todo lo bajo, con confeti y vídeos del 97. Mi preocupación por la corteza del pan de molde no me deja comerme la miga del presente, y eso que hago lo que puedo por no dejar sobras. Esta vez me va a tocar morderme los labios y dejar pasar lo nuestro al plan innovador de unos años más allá de este. Lo bueno es que me gusta la ilusión y tengo curiosidad por qué será de nosotros dentro de dos meses. Está puesto el ventilador y me llega el olor de tu cuello. Pero no estás aquí. Me recreo en tu olor a joven promesa de las letras. Siempre te podré colar en un periódico como crítico. Lo superaremos. Mientras tanto te podré mantener. En la línea del que tuvo de todo y ahora sobrevive gracias a lo mio, que no es ni la mitad. Pero el día de mañana siempre amanece y el sol rebota en mi almohada gracias a un agujero en la parte derecha de la persiana. A ver cuando la arreglo. Me encantaría bajarme a Madrid pero el calor me agalbana y necesito pensar en mis post-it. De aquí a dos horas me voy a quedar sin tabaco así que probablemente te llame diciendo que me has embarazado. Gritaré y te diré que las nubes están desesperadas de mirarte. Me ahorro los vestigios de lo que no pudo ser. Fantasmas. Fantasmas. He desatado el nudo de mi garganta y ahora me siento con verborrea de letras escritas. Puedo ponerme a leer a Ray Loriga y a lo mejor me calmo. Pero si le leo terminaré con más ganas de escribir. No me acostumbro a mi ciclo ni a tu ciclotimia. Me acaban de dar un abrazo y por mi altura he acabado entre dos tetas. Lugares comunes, cultura del tres por cinco y jarabe para la tos debajo de 37 grados. En noviembre va a pasar algo, como siempre, y yo no estaré allí para verlo porque nadie me habrá despertado antes de diciembre. Por eso digo: Felices 20.

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