No recuerdo cuando fue que el exceso de opinión me hizo opinar a mi también y entonces se fue todo al traste. Empezó a pesar en mi aquello de la lengua mordida. ¿Soy la única a la que la palabra desarraigo le suena a piel a tiras? Te sientes alienado y te hacen una fiesta sorpresa por todo lo bajo, con confeti y vídeos del 97. Mi preocupación por la corteza del pan de molde no me deja comerme la miga del presente, y eso que hago lo que puedo por no dejar sobras. Esta vez me va a tocar morderme los labios y dejar pasar lo nuestro al plan innovador de unos años más allá de este. Lo bueno es que me gusta la ilusión y tengo curiosidad por qué será de nosotros dentro de dos meses. Está puesto el ventilador y me llega el olor de tu cuello. Pero no estás aquí. Me recreo en tu olor a joven promesa de las letras. Siempre te podré colar en un periódico como crítico. Lo superaremos. Mientras tanto te podré mantener. En la línea del que tuvo de todo y ahora sobrevive gracias a lo mio, que no es ni la mitad. Pero el día de mañana siempre amanece y el sol rebota en mi almohada gracias a un agujero en la parte derecha de la persiana. A ver cuando la arreglo. Me encantaría bajarme a Madrid pero el calor me agalbana y necesito pensar en mis post-it. De aquí a dos horas me voy a quedar sin tabaco así que probablemente te llame diciendo que me has embarazado. Gritaré y te diré que las nubes están desesperadas de mirarte. Me ahorro los vestigios de lo que no pudo ser. Fantasmas. Fantasmas. He desatado el nudo de mi garganta y ahora me siento con verborrea de letras escritas. Puedo ponerme a leer a Ray Loriga y a lo mejor me calmo. Pero si le leo terminaré con más ganas de escribir. No me acostumbro a mi ciclo ni a tu ciclotimia. Me acaban de dar un abrazo y por mi altura he acabado entre dos tetas. Lugares comunes, cultura del tres por cinco y jarabe para la tos debajo de 37 grados. En noviembre va a pasar algo, como siempre, y yo no estaré allí para verlo porque nadie me habrá despertado antes de diciembre. Por eso digo: Felices 20.
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