Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico. (Rayuela)

jueves, 23 de septiembre de 2010

I think the kids are in trouble.

Lo peor de empezar a llevar una cosa es que la gente la terminará llevando también. Confías en tu exclusividad y luego van los demás y te emulan. Es catastrófico. Mucho más que un pijama. Por eso ahora llevo cosas que en teoría tienen significado para mí. Alguien dijo que podrían denominarse alegorías, pero como no recuerdo quién mencionó tal cosa no puedo apreciar su grado de importancia en mi vida y no me creo nada. Me pasa a veces. Si hubiese sido papá quién dijo eso le daría algo de bola, pero sé que no fue papá porque papá nunca da nada por sentado. O casi nada. Luego dice que contradecirse es de ser inteligente y yo presupongo que tiene razón, y aunque no la tuviese no se la quitaría, porque es mi padre y no me gustaría dejar que piense que yo pienso que él piensa lento, o mal. Mi padre es un tipo simpático. Mi madre también pero sólo fuera de casa. Y es capaz de estar regañándote y si la llaman por teléfono cambia totalmente su humor y se vuelve alegre y sofisticada. Cuando cuelga sigue con la perorata de insultos a voces. Antes me hervía la sangre, ahora asiento con la cabeza y me miro los pies. Es lo mejor para todos. Antes era mucho más agresiva. Casi siempre hablando, pocas veces he llegado a pegar a alguien. En una ocasión pegué a un chico por niñato. Lo que no tuve en cuenta fue que con doce años se es un niñato. Yo iba por ahí dándome besos con todos y cantando. Supongo que a él le dolió el hecho de que lo dejáramos después de una semana como novios oficiales en el instituto. Le dijo a todo el mundo que no me tenía que hablar porque yo era una mentirosa. Nunca le mentí. No le habría pegado por decir eso si no fuera porque después de preguntarle por qué iba diciendo aquello me respondió que él no era, era Rubio que se había vuelto loco y me odiaba. Eso era mentira así que le pegué. Luego estuvo una semana con el ojo morado diciendo que se había caído. Los profesores creían que era cierto pero la mitad del alumnado sabía que era yo la causante del morado. Creo que me gané algo de respeto. Ahora, escribiendo esto, estoy dudando de si fue realmente él quién me acusaba de mentirosa o fue Rubio. En cualquier caso ya le pegué. Años más tarde también pegué a Rubio, pero no literalmente. Ese es otro tema.

No conozco a mucha gente que me llame la atención. Hace algún tiempo leí, o escuché, que hay más gente que personas y creo que quien dijo eso tiene razón. Aunque también creo que Jesús era extraterrestre. Vivo en una ciudad muy grande y nací en un hospital muy grande también, pero los individuos que me encuentro dicen cosas muy pequeñas y confían ciegamente en el diccionario. Yo creo que las palabras sólo sirven para no entendernos, o para entendernos del todo y acabar mal. Pero las palabras me caen en gracia. Y la verdad es que hablar no se me da muy bien, por eso escribo. Antes escribía poco pero ahora escribo mucho. Será que hablo peor que cuando tenía diez años. Aunque con diez años tampoco tienes mucho que decir porque presupones que no te van a escuchar así que dejas las frases dando vueltas en tu cabeza hasta que se te ocurre algo mejor. Quizás escribo sólo para liberar mi cabeza de las frases que pensé algún día. Algún día el contenedor de palabras de mi cabeza se vaciará y tendré que hablar mucho y muy rápido para que no se me entienda y no parecer más estúpida de lo que soy.

A veces los sentimientos se encuentran y juegan a revolcarse por todas partes. Otras veces no pero muchas veces sí y eso me pone nerviosa. Y que me sienta así no significa que me disguste, al contrario. Quiero y odio a las personas, pero creo que es normal y que todos lo hacemos. Un día soñé que me ponía a llorar y al momento siguiente me reía. A lo mejor no era un sueño y pasó. En cualquier caso es extraño.