Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico. (Rayuela)

miércoles, 22 de julio de 2009

Encontronazos de vida.



Las mejores cosas pasan sin querer, sin avisar, de repente. Se cuela la suerte en tu vida a través de los puntos de luz de una persiana, o quizás,
observando la ciudad.
Mi historia está basada en un encuentro fortuito a la entrada de un cine. Yo acababa de dejarlo con mi novio de toda la vida, de los 13 a los 17 años con una persona que a veces quería, a veces odiaba, o simplemente dejaba estar conmigo. Quizás, y aunque
me cueste admitirlo, no pude resistirme a otro.. pero en fin, ese es otro tema.
Mi amiga Maribel y yo nos encontrábamos en la fila del cine para comprar palomitas y demás basura con grasa de esa que tanto me gusta. Oí la voz de alguien detrás
de mi, un acento que no supe identificar, pero un tono increíblemente persuasivo, inteligente..
-Hola!- A mi amiga se le llenaron los ojos de felicidad, y se dispuso a saludar a la voz que tenía tras mi espalda. En un golpe de inteligencia, me giré, a veces me pregunto por qué no me dí la vuelta antes para verle.
Y allí estaba él, aspecto sudamericano, delgado, mirada atroz, pelo pincho..
Y no, no era guapo, era más bien normal, pero me gustó. Mi amiga nos presentó y allí se quedó la cosa. Compramos chuches, y nos metimos a ver la película.
Durante toda la maldita peli estuve pensando en él, quién sabe por qué, pero me había llamado la atención de verdad, detrás de esa mirada sabía que encontraría una mina de oro, una fuente de.. energía, experiencias, y ¿amor?. No lo sé. Cuando terminó la peli, estuve preguntándole a mi amiga Maribel por éste ser tan extraño que se había colado en mi mente en apenas 2 minutos. Me comentó que era un gran periodista, uno de esos con premios que hacen reportajes y viajan a mas de 30 países diferentes para hablar de las cosas interesantes que pasan más allá de nuestra frontera. Yo soy una especie de soñadora encerrada en su mundo, en mi al rededor todo me influye, y cuando digo todo, digo
todo, desde el llanto de un niño hasta una hormiguita llevando comida a su agujero. Últimamente me estoy convirtiendo en la reina de las cosas pequeñas.
El caso es que me interesé tanto por éste chico que estuve siguiéndole por sus publicaciones en El Mundo (diario enemigo de mi padre, por cierto, ya que él también es periodista). Me parecía increíble lo que hacía, su vida, como se tomaba
las cosas, su forma de ver la vida, sus inquietudes..

Un día, después de irme por ahí a hablar de nada, llegué a casa y encendí el ordenador para ver si tenía algún e-mail interesante, algo que de verdad
mereciese la pena leer. Entre ofertas de viagra, correos de HispaVista y demás publicidad engañosa, lo encontré a él. Me había escrito simplemente ésta frase:
''Sería posible conocerte más por dentro?''
En seguida reconocí la canción que se encerraba entre tanta palabra, Love of lesbian, Club de fans de Jhon Boy.O sea que, además de querer verme, le molaba el indie nacional. Le respondí un:
''Nos vemos en la calle de al lado del Banco Santander, justo
al lado de mi casa, sé que sabes dónde vivo. Te espero mañana a las 18:00''

Y resulto ser un domingo astromántico..

lunes, 20 de julio de 2009

Mira..


Vivo en un pisito, el 1º B de uno de los muchos bloques de edificios que pueblan mi barrio.
Mi casa es pequeña pero acogedora, y me gusta poner música con poco volumen y mirar por la ventana. La verdad es que siempre me ha gustado mirar por la ventana. A veces se encuentran verdaderos mundos a pocos metros de ti, sin hacer falta que viajes. Sólo mirando por la ventana.
Llevo días pensando en mi, en mi futuro para dentro de 2 años. Curro en unas oficinas y trabajo a destajo porque han despedido a la gran mayoría del personal. Me han encargado la venta de nuestros productos a toda España, por lo que viajo muchísimo. Y encima en coche, que me da un miedo increíble. Un día me pasará algo.
A la vuelta de uno de mis viajes, volví a poner mi música en bajito, como siempre, y me dispuse a escuchar el silencio de la noche mezclado con un poco de Jazz.
En frente de mi bloque hay otro parecido, probablemente diseñado y construido por el mismo arquitecto. Los mismos ladrillos, esquinazos y ventanas. Salvo que mi tejado no es de pizarra, sino de teja normal.
Una chica salía de su portal, embutida en un abrigo de 3 cuartos de color negro y el pelo suelto y rizado. Detrás de ella un perro muy pequeño y algo torpe que corría hacia un trozo con césped.
Se apoyó en un coche y miro a su izquierda y a su derecha, se puso un cigarro en la boca y lo prendió. Empezó a pasearse de un lado a otro pensando en sus cosas supongo. Vi a su perro correr hacia el portal, y ella le siguió riéndose. Una risa pura y limpia, contagiosa. Sencilla y directamente perfecta. Cerró la puerta de una patada y pude verla a través de una de las ventanas de su escalera subir corriendo los pocos peldaños que la conducían a su piso.
A medida que avanzaba se iban apagando y encendiendo luces. Hasta que llegó a lo que es su habitación. Se acercó a su ventana y pude verle por fin la cara. Una chica guapa, pensé. Y seguí observando la escena. Volvió a encenderse un cigarro, y apagó la luz que la iluminaba. Pude ver su silueta contoneandose mientras se desnudaba. Finalmente se sentó frente a la pantalla y estuvo así hasta las 3 de la mañana. Y yo seguía mirándola. No me aburría.
Ahora, 3 meses después, creo conocer casi todo de ella. Y me muero de ganas de poder tenerla a menos de los quizás 50 metros que separan mi ventana de la suya. A veces me pregunto si ella como yo, tiene inquietudes en la vida. Si le gustará el color rojo o si habrá viajado alguna vez en avión. Ella a lo mejor también cuenta estrellas y se apunta el número con un bolígrafo en la palma de la mano. O quizás le pida deseos a la Luna. Proyecta tanta vida que me ciega, no he escuchado su voz, no sé como se llama. Pero esos son factores irrelevantes.

Me gusta espiarte desde aquí porque imagino como eres y como piensas. Como hablas. Como intentas expresarte. Como te levantas cada mañana y como atardeces después de trabajar. Como mimas las palabras y como descuidas tus deberes.

Quizás no deba conocerte nunca, porque perdería la magia. O quizás esa magia fuese cada vez a más. Y terminaras cerrando mi círculo. Nuestro círculo.

miércoles, 15 de julio de 2009

Hemos vuelto Charles.


mi casa huele a cerveza, a los lados de mi mesa se acumulan los paquetes de tabaco y las tazas vacías de café de la última semana hasta hoy. llaman a mi puerta, incansables, escritores de pacotilla y viejos marines que luego decidieron escribirle poemas a las chicas de sus puertos. maleantes. aunque bueno, ojalá yo hubiese tenido una vida como la suya. mirrando correr el agua a los lados de mi barco, y sin saber si habrá tierra firme en 100km a la redonda. ese tipo de incertidumbre es la que echo de menos. la de escribir, la de la inspiración, últimamente ni me va ni me viene. creo que llevo puesta la misma ropa desde hace dos semanas. me he levantado y me he mirado al espejo. que rápido nos hacemos viejos. ya no me llama mi ex-marido. qué tal estará Katy ahora que ha dejado el trabajo?. se me hace impensable saber que al menos no volveré a verles pasados dos años. uno porque no quiere y la otra porque está de viaje. uno de esos años saváticos que mi querida Katy ha decidido convertir en 2 años. si yo tuviera dinero para al menos salir de éste antro durante un fin de semana lo haría. aunque volvería a beber alcohol seguro.
una pena que haya dejado de escribir a máquina, pero, que pesado se me hacía transportarme con ella, y que divertido era escribir 4 o 5 veces la misma frase porque estaba ebria y me equivocaba. que bonitas aquellas tardes en París, la vieja rue de Seine, trajes, chaquetas, helados rosas.. yo no había cumplido los 20 y él ya sobrepasaba los 30. qué bonito era todo y cuán felices eramos cuando encontrabamos un bar que cerrase más tarde de las 2.

lunes, 13 de julio de 2009

De trenes.


''Para qué necesitamos soñar. Mantener viva esa llama de esperanza que tanto suele apagarse. Escuchar cada día las mismas desgracias, sucesos, hechos que hacen que te canses de ser hombre. Para qué mirar por la ventana, si siempre veremos lo mismo. Para qué esperar las cosas. Si vivimos en un pequeño lapso de tiempo para qué....''
En eso estaba pensando Alicia cuando oyó subirse a alguien al tren. Bajó la vista y siguió mirando a sus zapatos. Demasiadas promesas escondidas en sus recovecos.. ellos habían asistido a todas partes. Y éste día también estarían allí.
Entonces se miraron, en medio de aquel vagón, unos ojos tristes se clavaron en ella. El pelo recojido en una pequeña coleta, la ropa vieja y gastada. Una guitarra al hombro. Ella lo sabía. Era él. No podía ser otro.
Alicia hacía meses que soñaba con un hombre, vivía con él aventuras fantásticas.
Quizás por timidez, volvió a mirarse las zapatillas.
Él se sentó a su lado y habló:

-Vaya, pareces triste, déjame tocarte una de mis canciones favoritas. Por favor.

Alicia simplemente asintió con la cabeza, su respiración iba cada vez más fuerte.. Y su corazón, para qué hablar de su corazón. Siempre había sido el más resentido del barrio. Entre penas y alegrías. No podía más.
Sonó el Ojalá. El sonido de la guitarra era limpio, quizás algo desafinado, pero lo cierto era que él se había enamorado perdidamente ella.
Alicia movia sus zapatos al son de la música, sin saberlo, ella también se estaba enamorando.
La música paró y se miraron a los ojos.
Alicia siempre había oído que el amor había que buscarlo para encontrarlo, pero aquella vez, aquella vez había caido del cielo. Y tanto.

Él se levantó de un salto y tiró a Alicia de la mano para que se levantara ella también, se acercó a su boca. Y respiró. Alicia se acercó un poco más y suspiró.
Estuvieron así hasta que Alicia se despertó entre las dunas de su cama, arropada por el velo de tristeza que le dejaba aquel sueño. Todo ha sido un sueño.. pensó.
Miró la hora. Las 4:00. Se dio la vuelta intentando buscar una postura y lo vió.
Muchacho de ojos tristes.

Pequeña introducción.

Con la tenue luz que me suele iluminar en noches como ésta, y música de guitarra, empezaré a escribir aquí las historias, o mas bien, microhistorias, que se me van ocurriendo. En esos bucles mentales en los que me suelo mover camino hacia alguna parte cerca de aquí. Como Madrid.

El título de éste blog, es porque las historias no son más que pedacitos de vida en un lugar y tiempo determinados.
La suerte de las historias es que te las puedes inventar, y cambiar su final tantas veces como quieras. Por desgracia la vida no es así.

Por eso, y quizás haciendo un poco de caso a mi otro blog titulado Utopía, intentaré que todos y cada uno de estos textos acaben bien, porque a veces también hace falta leer o escuchar cosas bonitas. No como el telediario.