Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico. (Rayuela)

lunes, 13 de julio de 2009

De trenes.


''Para qué necesitamos soñar. Mantener viva esa llama de esperanza que tanto suele apagarse. Escuchar cada día las mismas desgracias, sucesos, hechos que hacen que te canses de ser hombre. Para qué mirar por la ventana, si siempre veremos lo mismo. Para qué esperar las cosas. Si vivimos en un pequeño lapso de tiempo para qué....''
En eso estaba pensando Alicia cuando oyó subirse a alguien al tren. Bajó la vista y siguió mirando a sus zapatos. Demasiadas promesas escondidas en sus recovecos.. ellos habían asistido a todas partes. Y éste día también estarían allí.
Entonces se miraron, en medio de aquel vagón, unos ojos tristes se clavaron en ella. El pelo recojido en una pequeña coleta, la ropa vieja y gastada. Una guitarra al hombro. Ella lo sabía. Era él. No podía ser otro.
Alicia hacía meses que soñaba con un hombre, vivía con él aventuras fantásticas.
Quizás por timidez, volvió a mirarse las zapatillas.
Él se sentó a su lado y habló:

-Vaya, pareces triste, déjame tocarte una de mis canciones favoritas. Por favor.

Alicia simplemente asintió con la cabeza, su respiración iba cada vez más fuerte.. Y su corazón, para qué hablar de su corazón. Siempre había sido el más resentido del barrio. Entre penas y alegrías. No podía más.
Sonó el Ojalá. El sonido de la guitarra era limpio, quizás algo desafinado, pero lo cierto era que él se había enamorado perdidamente ella.
Alicia movia sus zapatos al son de la música, sin saberlo, ella también se estaba enamorando.
La música paró y se miraron a los ojos.
Alicia siempre había oído que el amor había que buscarlo para encontrarlo, pero aquella vez, aquella vez había caido del cielo. Y tanto.

Él se levantó de un salto y tiró a Alicia de la mano para que se levantara ella también, se acercó a su boca. Y respiró. Alicia se acercó un poco más y suspiró.
Estuvieron así hasta que Alicia se despertó entre las dunas de su cama, arropada por el velo de tristeza que le dejaba aquel sueño. Todo ha sido un sueño.. pensó.
Miró la hora. Las 4:00. Se dio la vuelta intentando buscar una postura y lo vió.
Muchacho de ojos tristes.

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