Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico. (Rayuela)

lunes, 20 de julio de 2009

Mira..


Vivo en un pisito, el 1º B de uno de los muchos bloques de edificios que pueblan mi barrio.
Mi casa es pequeña pero acogedora, y me gusta poner música con poco volumen y mirar por la ventana. La verdad es que siempre me ha gustado mirar por la ventana. A veces se encuentran verdaderos mundos a pocos metros de ti, sin hacer falta que viajes. Sólo mirando por la ventana.
Llevo días pensando en mi, en mi futuro para dentro de 2 años. Curro en unas oficinas y trabajo a destajo porque han despedido a la gran mayoría del personal. Me han encargado la venta de nuestros productos a toda España, por lo que viajo muchísimo. Y encima en coche, que me da un miedo increíble. Un día me pasará algo.
A la vuelta de uno de mis viajes, volví a poner mi música en bajito, como siempre, y me dispuse a escuchar el silencio de la noche mezclado con un poco de Jazz.
En frente de mi bloque hay otro parecido, probablemente diseñado y construido por el mismo arquitecto. Los mismos ladrillos, esquinazos y ventanas. Salvo que mi tejado no es de pizarra, sino de teja normal.
Una chica salía de su portal, embutida en un abrigo de 3 cuartos de color negro y el pelo suelto y rizado. Detrás de ella un perro muy pequeño y algo torpe que corría hacia un trozo con césped.
Se apoyó en un coche y miro a su izquierda y a su derecha, se puso un cigarro en la boca y lo prendió. Empezó a pasearse de un lado a otro pensando en sus cosas supongo. Vi a su perro correr hacia el portal, y ella le siguió riéndose. Una risa pura y limpia, contagiosa. Sencilla y directamente perfecta. Cerró la puerta de una patada y pude verla a través de una de las ventanas de su escalera subir corriendo los pocos peldaños que la conducían a su piso.
A medida que avanzaba se iban apagando y encendiendo luces. Hasta que llegó a lo que es su habitación. Se acercó a su ventana y pude verle por fin la cara. Una chica guapa, pensé. Y seguí observando la escena. Volvió a encenderse un cigarro, y apagó la luz que la iluminaba. Pude ver su silueta contoneandose mientras se desnudaba. Finalmente se sentó frente a la pantalla y estuvo así hasta las 3 de la mañana. Y yo seguía mirándola. No me aburría.
Ahora, 3 meses después, creo conocer casi todo de ella. Y me muero de ganas de poder tenerla a menos de los quizás 50 metros que separan mi ventana de la suya. A veces me pregunto si ella como yo, tiene inquietudes en la vida. Si le gustará el color rojo o si habrá viajado alguna vez en avión. Ella a lo mejor también cuenta estrellas y se apunta el número con un bolígrafo en la palma de la mano. O quizás le pida deseos a la Luna. Proyecta tanta vida que me ciega, no he escuchado su voz, no sé como se llama. Pero esos son factores irrelevantes.

Me gusta espiarte desde aquí porque imagino como eres y como piensas. Como hablas. Como intentas expresarte. Como te levantas cada mañana y como atardeces después de trabajar. Como mimas las palabras y como descuidas tus deberes.

Quizás no deba conocerte nunca, porque perdería la magia. O quizás esa magia fuese cada vez a más. Y terminaras cerrando mi círculo. Nuestro círculo.

3 comentarios:

  1. Parece que lo hubiera escrito yo. Salvo por la calidad, claro está

    Sencilla y directamente perfecta.

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  2. La lengua de la mariposa20 de julio de 2009, 16:44

    Eso me pasaba a mí no a mucho tiempo. Te miraba por la ventana, una más indiscreta y menos personal. Una en la que te iba conociendo poco a poco día a día. Tus inquietudes tus libros tu música tus ganas de vivir fluir y morder, tanto que pensé que algún día te comerías el mundo. Por eso te agregué, para cambiarlo contigo, antes de que la luz de tu ventana se apagase, que tu circulo centrifugase en otra acera, en otro rincón de madrid, que bajaras otras escaleras, que no constituyeses el final de muchas de las páginas de mi diario, que tu revolución no me llenara de sonrisas, tal y como a dia de hoy lo haces..

    Si algún día voy a Madrid y coincide que paso por las rozas me plantaré donde tu vecino llamaré a su puerta y quien sabe igual le vendo una enciclopedia ...

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  3. No sé si cambiaréis el Mundo, pero sólo con desarlo, de momento, basta...

    Larga vida a estas historias...

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